En la Rambla de las Flores, se pasean con toda promiscuidad las múltiples facetas de la caleidoscópica realidad barcelonesa. Testigo de excepción de las agitaciones políticas, la parada de Antonia ofrece perfumes y colores a todo aquel que se quiere acercar, mientras resto fiel en el paseo que lo ha visto crecer. Y hoy, ocho décadas después de que Josep M. de Sagarra escribiera su oda a la calle más emblemática de Barcelona, la Rambla continúa vertebrando las confluencias de nuestra realidad. Un clásico del teatro catalán en que resuenan las commo-ciones políticas de dos momentos estructurales en nuestra historia reciente. Por un lado, el estreno fue en marzo de 1935, meses después de que Lluís Companys proclamara el Estado Catalán. Por otra parte, la obra está ambientada poco antes de la revolución de la Gloriosa de 1868, con el que se pondría fin a las tres décadas del reinado de Isabel II.