Antonio Domínguez, el perverso protagonista de esta historia, describe, a través de su carrera criminal, la hipocresía de una sociedad tan corrompida como él mismo. Miedo tanto, cuando coge la palabra, en ningún caso pretende justificar sus accionas: su mundo, presidido miedo la violencia, la marginación y el sexo, no admite más moral que la de la propia satisfacción.